Puede que sea casualidad, pero el expansionismo trumpista no puede dejar a nadie interesante. Y es que el presidente de la metrópoli ya ha manifestado su apetencia por Gaza, las tierras raras de Ucrania, el canal de Panamá, Groenlandia, etc.
Pero es que no le va a la zaga su vicepresidente, el inefable James David Vances, furibundo converso al catolicismo y fiel escudero de su jefe.
Puede que sea una macabra casualidad, pero justo un día antes de morir, Francisco I se entrevistó con Vance. No se sabe muy bien de qué pudieron hablar, pero el hecho es que a las pocas horas, el argentino pasaba a mejor vida.
No sería nada extraño que Estados Unidos se planteara añadir a la Ciudad del Vaticano como una estrella más a su bandera. Y si además el próximo papa es de nacionalidad estadounidense, la excusa estaría más que servida.
Lo de Trump es una estrategia de tira y afloja. No quiere esos países sino sus recursos. Un beso
ResponderEliminarNo creo que los americanos quieran añadir estrellas a su bandera. Creo que el ejemplo es Puerto Rico o Guam, mejor tenerlos bajo su bota, asociados y sin voto.
ResponderEliminarUn saludo.
Supongo que donde ven negocio, allá que van.
ResponderEliminar