Anda muy eufórica la comunidad
científica internacional con eso de haber encontrado una bacteria que no tiene
mejor cosa que hacer que comerse todos los plásticos que tiene a mano (aunque
no creo que existan bacterias con manos)
Pero ya se dijo aquello de que
los experimentos mejor con gaseosa. Todos tienen en la memoria el desastre que
le sobrevino a Australia el día que decidieron acabar con el conejo europeo
mediante un virus, ahora dicho virus amenaza mortalmente a todos los conejos
del mundo. Cada vez que se ha intentado corregir a la Naturaleza el ensayo ha
acabado peor, y si lo que se intentaba arreglar era un desarreglo anterior, la
catástrofe ha sido segura.
Ahora con esta bacteria se
intenta acabar con los plásticos considerados desperdicios, pero ¿cómo le
enseñas a una bacteria qué plásticos se puede comer y cuáles no? Igual puede
atacar a una bolsa arrojada al mar que al casco de una lancha. Todo es material
plástico.
Y teniendo en cuenta que el
plástico proviene del petróleo. ¿Qué sucederá cuando una colonia de esas
bacterias se tope con una plataforma petrolífera en alta mar? Lo mismo estamos creando el final del petróleo
y todos sus derivados.
Y no quiero ni pensar en el holocausto económico que puede generar
la Ideonella sakaiensis en tierra firme. Imaginémonos un mundo sin gasolina ni
productos plásticos. Adiós al teclado en
el que estoy escribiendo…
Siempre te quedarán las Sagradas Escrituras, el Corán y el Ramayana, escritos en papel antiguo o en pergamino (cuero alisado) para pasar las tardes de lluvia.
ResponderEliminarLo malo va a ser cuando lancen un producto que se trague los cables de conducción eléctrica y las baterias de acumulación. Sin electricidad podriamos volver a ensayar a circular sobre burros, cocinar con leña o papel de periodico, y comunicarnos con señales de humo.
Por más que se prevean posibles daños colaterales, como gusta decir ahora, siempre surge algún imprevisto que, en ocasiones, tiene efectos devastadores.
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