Un antiguo monasterio enclavado en la cresta de un barranco en Portugal proporciona a los visitantes una vista panorámica maravillosa del valle.
Existe un solo problema. La única forma de llegar al monasterio la constituye un canasto, sostenido por una soga que es tirada por un anciano monje.
Un día, un visitante y su guía salían del monasterio en la canasta. Mientras el monje los descendía, la soga se movió hacia un terrible, empinado y peligroso precipicio.
El visitante se dirigió nerviosamente hacia el guía. Con tensión en su voz le pregunto, "Señor, ¿cuán frecuentemente reemplazan la soga?" Con un rostro de piedra, el guía replicó, "Cada vez que la soga se rompe."
Esa respuesta es muy lógica entre mediterraneos. Pero tal como dices la aplicamos también a nuestras leyes más fundamentales.
ResponderEliminarY así terminamos siendo tan amigos de fabricar "tortillas".
Siempre se ha dicho que aquí, para arreglar algo, primero tiene que haber muertos.
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