Ahora que andamos a vueltas con la posible exhumación de los
restos de Francisco Franco de su tumba, me viene a la memoria lo que se hizo
nada menos que con el rey visigodo Alarico. Ese sí que puso ciertamente difícil
que sus restos fueran profanados.
Cuando murió se hizo que unos cuantos prisioneros romanos se
afanaran en desviar el curso del rio Busento, en Italia. Una vez hecho esto, se procedió a enterrar en
el lecho del río a Alarico junto un espléndido tesoro. Tras ello se volvió a
dejar correr las aguas por su cauce natural, tapando definitivamente la tumba.
Y para rematar la faena, se finiquitó a los prisioneros, no se
fueran a ir de la lengua. Muchos han intentado dar con la tumba, incuso Hitler
mandó una expedición científica y recientemente varios arqueólogos han
intentado dar con los restos, pero no ha habido manera.
Ese sí que lo supo hacer.
Bien enterrado, sí señor. Lo que nunca termino de entender de la mente de los grandes (faraones incluídos) es su afán de irse del mundo con sus tesoros. ¿No podrían haber metido los tesoros en un Banco y ellos ser enterrados junto a un cheque bancario por ese valor?
ResponderEliminarBuen cerrojo puso a la tumba.
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