Decía Richelieu «Dadme seis líneas escritas de su puño y letra por el
hombre más honrado y encontraré en ellas motivo suficiente para hacerlo
encarcelar». No cabe duda de que cada vez que hablamos o escribimos,
exponemos nuestra línea de flotación a los obuses enemigos, y que, por tanto,
hay a menudo ocasiones en que es mejor mantener la boca cerrada que perorando
dejarnos a nosotros mismos en evidencia al tener un desliz en nuestra relación
de argumentos.
Leo una entrevista a
Helena Maleno, activista y defensora de los derechos humanos. Especializada
concretamente en los inmigrantes que se introducen desde Marruecos ilegalmente.
Por ellos ha tenido conflictos y juicios tanto con la policía marroquí como con
la española.
En su relato describe con pelos y señales la dureza de la
vida del inmigrante, lo que le cuesta el viaje, los peligros que arrostra y las
penurias de su existencia.
A continuación describe
cómo dentro del colectivo de inmigrantes, los que peor lo pasan son las mujeres
y los niños, porque además de lo que les cobran los traficantes, muy a menudo
tienen que pagar con su cuerpo, siendo violadas por la policía marroquí y la
española a cambio de favores y permisos.
Esta última afirmación es una de las que le han llevado ante los tribunales en
más de una ocasión.
Y cuando los lectores
estamos al borde de la lágrima, surge el desliz. Afirma rotunda que muchas de
esas violaciones también provienen de sus compañeros inmigrantes. Y ahí se
enciende la luz de emergencia. Concluimos que si el varón inmigrante (supongo
que no todos, pero alguno que otro) no tiene inconveniente alguno en violar a
su compañera de desgracias y con la que tendría que estar más solidarizado, ¿qué
no hará con la mujer que vive en el país de destino, a la que envidia su
riqueza su posición y con la que no comparte raza, posición social y a la que
verá como parte de los expoliadores de su continente, y por tanto culpable de
sus males?
Desde Asurbanipal en Asiria, unos 5.000 años atrás, ha existido y sigue existiendo el TRÁFICO DE ESCLAVOS. Y esos inmigrantes no son otra cosa.
ResponderEliminarEl que es un delincuente, un bandido, un aprovechado de su condición de superioridad, lo es sea inmigrante, policía, juez o lo que sea. Y quien caiga en sus manos, que se prepare para lo peor.
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