Recurrente es el hecho de que cuando un régimen se ve en apuros ante su opinión pública, acude a algún conflicto más o menos imaginario que haga descargar la ira popular en el enemigo exterior. La dictadura argentina tiró de Gran Bretaña, Maduro acude a todo lo que se menee, Irán al satánico EE.UU., éste al eje del mal, hay ejemplos para dar y tomar.
Eso me lleva a pensar que de momento el pueblo chino está más que sometido para andar pensando en rebeliones, pero tal vez pronto una crisis económica (que la andan rondando), un mal gesto del gobierno ejerciendo demasiada represión o cualquier nimio motivo, lleve a las autoridades chinas a buscarse ese enemigo. El Reino Unido ya no sirve una vez recuperado Hong Kong, la asimilación del Tibet ya queda lejana para encender furores patrióticos. Tal vez Taiwán, pero sería una lucha contra hermanos.
Asusta pensar en quiénes pueden ser los rivales: la atómica India, el tecnológico Japón o la resucitada Rusia de Putin. Da miedo hacer un pronóstico. Y las revoluciones pacificas se dan cada vez menos.
Sí, es cierto, da un poco de miedo.
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