Es evidente que muchos de los inventos que se hacen para colaborar en el esfuerzo bélico, después revierte en una ventaja para la sociedad. Se inventan aparatos, tecnologías y mecanismos que tras el periodo dedicado al exterminio del prójimo, con la paz se emplea en el desarrollo y bienestar de la humanidad, por paradójico que pueda parecer.
Algo parecido pasa en el deporte. Mucha de la tecnología que inventan los ingenieros para que coches y motos lleguen al máximo de velocidad y seguridad (sobre todo esto último), después pasan a los utilitarios que discurren por nuestras carreteras.
Y un ejemplo más que claro lo hemos podido ver últimamente en la República China, allí la Policía ha desarrollado un sistema de cámaras de seguridad capaz de detectar y localizar en sus calles el rostro de alguien que estén buscando. Hay miles y miles de ellas por todo el país.
Recientemente han hecho una demostración fehaciente. Un periodista de la BBC proporcionó su fotografía a las Autoridades, a continuación se alejó en coche durante unos minuto y comenzó a pasear por las atestadas calles de una ciudad. En cuestión de siete minutos había sido localizado.
En este caso me parece obvio quiénes han hecho el trabajo previo para llegar a esta maravilla tan inquietante de la tecnología: los miles y miles de bazares chinos que por todo el mundo tienen instalado un sistema de cámaras que permiten el seguimiento concienzudo de los clientes para que ni uno de ellos hurte o dañe alguno de los productos puestos a la venta (Amén del seguimiento físico que acompaña al electrónico). Y eso ante nuestras confiadas narices.
Algunas de estas cosas dan un poco de miedo.
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