Estos días de locura sanitaria, está corriendo como la pólvora unas imágenes en que dos auxiliares de enfermería en prácticas se burlan y vejan a una anciana a la que deberían cuidar.
Y para más inri, graban su fechoría, la cual supuestamente han debido mandar a alguien que no ha debido guardar con mucha fidelidad el secreto.
Nuevo descrédito para las residencias, esas residencias que a menudo se confunden con centros sanitarios. Si un residente enferma debe ser atendido en un hospital público o privado, pero en un hospital. La residencia, como su nombre indica, solo tiene la función de que residan en las mejores condiciones posibles.
A menudo en las tertulias de los medios de comunicación se ha indicado la conveniencia de que todas las funciones de estas residencias sean asumidas por la administración pública, ya que, al menos en teoría, está no va buscando el beneficio económico y sí el bienestar del anciano.
Eso debían pensar los familiares de la anciana, pero se ha dado la paradoja de que la residencia donde ha ocurrido todo es pública, así que este detalle seguramente no se resaltará mucho o la noticia pronto quedará en el olvido. Eso sí, las dos auxiliares han sido despedidas.
Da igual públicas o privadas, hijos de p... hay en todas partes y los que más sufren con estas fechorías, aparte de los propios ancianos y sus familias, son los muchos profesionales que se dejan el alma cada día en su trabajo, todos sabemos en qué condiciones, y se ven desacreditados por sinvergüenzas como estos.
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