En plena Costa de la Muerte, en Galicia, se encuentra el cementerio de los ingleses.
El origen de este peculiar lugar son varios naufragios sucedidos en el siglo XIX. En esa costa, varios navíos ingleses se hundieron, y el mar poco a poco iba arrojando a la costa los cadáveres, que los lugareños enterraron en un pequeño cementerio hecho para ellos.
Principalmente fueron tres los barcos ingleses hundido aquí el Iris Hull (mercantil) (1883), el Serpent (militar) (1890) y el Trinacria (mercantil) (1893).
Es tosco y recogido, y situado a pocos metros del litoral. Al parecer los cuerpos tampoco estaban para aguantar mucho más sin ser sepultados, de hecho en algunos casos lo que el mar escupía era una masa de maderas, cuerdas y cadáveres, y tuvieron que ser quemados. Por ello cerca está un lugar llamado a furna dos difuntos queimados.
De hecho aquello debió ser una especie de fosa común, ya que aparte de no constar el nombre de nadie, tampoco se distinguió por categorías, y se ve que todos fueron a parar al mismo sitio.
Pero aunque entre los difuntos no se pudo hacer ningún distingo, si lo hubo entre los que auxiliaron, y así el gobierno inglés tuvo a bien obsequiar al alcalde con un reloj de oro, al ayuntamiento con un barómetro y al cura, que para hacer su trabajo no pudo distinguir entre católicos y “herejes” una escopeta de caza.
Como suele suceder, aquello sirvió para que Inglaterra presionara al gobierno español y a éste no le quedó más remedio que construir una serie de faros que dieran alguna seguridad más a la zona.
Descansen en paz.
Una anécdota muy curiosa.
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