Si la fábrica de la Roda que elabora los bollos denominados Miguelitos
tuviera ahora en mente hacer una campaña publicitaria, la situación política
internacional le podrían permitir hacer una que podría contemplar todo el orbe.
Ahora mismo existe un enfrentamiento al más alto nivel entre
China y Canadá. Cada uno con rehenes del otro lado.
Los dos principales se llaman Michael (Miguelito) y son los
naipes de este juego.
China mantiene bajo su poder a Michael Kovrig, un
ex diplomático canadiense que trabajaba en Hong Kong y está acusado de espionaje
y a la espera de su sentencia; así mismo Michael Spavor, también canadiense,
trabajaba cerca de la frontera con Corea del Norte y ha sido condenado a 11
años de prisión por espionaje. Lleva tres años en prisión.
Mientras, por el otro lado, Canadá mantiene en prisión a
Meng Wanzhou, directora financiera de Huawei, que Otawa detuvo a instancias de
EE.UU. por fraude y violación de las sanciones a Irán.
Y para rizar el rizo, otro canadiense, Robert Schellenberg,
que había sido condenado a 15 años de cárcel por tráfico de drogas, ha visto su
caso revisado por Pekín y ha sido sentenciado a muerte.
Ante tal avalancha el gobierno canadiense tan solo se
atrevido a insinuar que visto lo visto, lo mismo no participan en los Juegos
Olímpicos de Invierno a celebrar en China.
Y todo porque Canadá tuvo a bien hacer un favor a EE.UU. Y eso que todavía no ha entregado a Meng a las
autoridades estadounidenses, aunque tal vez si lo hiciera, se quitaría de ser
objeto de la ira de Pekín.
Menudo marrón tienen los canadienses.
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