Este pasado fin de semana me
hallaba en la estación de trenes. La megafonía anunciaba las horas de llegada y
salida de cada convoy junto con su procedencia o destino. Mensaje que a
continuación era repetido en inglés.
Yo esperaba para coger un cercanías,
cuya asiduidad me hacía no prestar atención a los mensajes, hasta que me di
cuenta de que cada vez que el altavoz daba una información, añadía la coletilla
de “Perdonen las molestias”, también al doblarlo a la lengua del imperio.
Ello me hizo prestar atención y
me apercibí que el mensaje se emitía también en los trenes que llegaban o salían
a la hora prevista. Asimismo me di cuenta de que a los viajeros extranjeros
todo ello le parecía normal, mientras que muchos españoles no podían dejar de
mirar sus relojes, y tras comprobar que su tren iba a salir a la hora prevista,
mostraban una señal de disgusto.
Deduje que ese adendum era como
una cortesía, y que los no españoles lo apreciaban así (supongo que en sus países
debía hacerse una formula similar), mientras que los de aquí, muchos, lo
interpretaban como que algo iba mal. Y reconozco que si yo estuviera esperando
un tren “más importante” tal vez también lo hubiera hecho.
Aunque tal vez lo correcto que
ese mensaje se emitiera cuando realmente hubiera un retraso, para que la
disculpa pareciera un poco más sincera.
Vamos, que nos hace falta un
viajero menos quisquilloso y un servicio público más dispuesto a ser sincero al
disculparse, y con menos ocasiones en que tener que pedir disculpas.
Son como mensajes enlatados que suenan poco sinceros.
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