Como si no tuviéramos bastante con epidemias, atascos en los puertos, volcanes, acosos a fronteras, calentamientos globales, plásticos flotando por los océanos, etc. ahora nos encontramos con que los medios de comunicación desvelan un plan nada secreto de Rusia para invadir Ucrania el mes que viene.
No sé, lo suyo, para que una invasión
tenga algo de éxito es intentarlo con el mayor secreto posible. Eso de que la
prensa sepa todos los efectivos que están ya en la frontera y los que se van a
desplegar en breve, suena un poco a chufla. Putin será de todo, pero tonto no
parece nada.
Recuerdo que, hace muchos años,
cuando aún existía la URSS, un militar me comentaba que en un ejercicio teórico
se le había planteado cómo disponer un determinado número de tropas si los
soviéticos habían invadido toda Europa y ya sólo quedaba un pequeño territorio
en España libre de la ocupación. Su primera idea que lo único que podría hacer
es rendirse con las mejores condiciones posibles, pero como esa no era,
teóricamente, una opción válida, desarrolló una disposición táctica como Dios
le dio a entender.
Hoy en día, tal y como esta EE.
UU. y el ardor bélico de que dispone la juventud europea, el resultado sería
más o menos el mismo; y Putin lo sabe (también los ucranianos).
Así que mucho me temo que si se
da esa invasión el oso ruso podría llegar hasta Gibraltar, aunque tal vez sólo
se trate de otra medida de presión.
De todas maneras, este fin de año
habrá que estar atentos a lo que vaticinan los adivinos y futurólogos que por
la tele elucubran sobre lo que nos va a deparar el año venidero.
El caso es que la raza humana no para de meterse en líos.
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