Qué bien se regala cuando es con dinero ajeno. El día en que se acometa la descomunal tarea de hacer un listado de los puestos de la administración pública, para imprimirlo va a hacer falta pedir ayuda a la NASA.
A la hora de dar cargos a amigos,
familiares y afines, los políticos con poltrona no conocen el límite.
En Aragón se han encontrado con
el problema de que muchos pueblos tienen poca población, y además envejecida. Podrían
haber ideado mejorar los transportes para que puedan ser visitados por más
gente, dar ventajas fiscales para que empresas se asienten allí, mejorar las comunicaciones
por teléfono e internet en esos pequeños núcleos, llevarles actividades culturales,
etc.
Pues no, la ocurrencia ha sido
crear una Consejería de Soledad, que además del consiguiente consejero, tendrá
viceconsejeros, directores generales, subdirectores generales, amén de la
dotación correspondiente de administrativos, auxiliares administrativos y conserjes.
Vamos, una plantilla que ya
quisieran muchos de esos pueblos. Por lo menos podrían haber puesto la sede en
uno de esos pueblitos.
Con pólvora del rey también disparo yo.
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