Paseando por un barrio con una
alta proporción de población inmigrante, me encuentro con una oferta irresistible.
Si uno se quiere ahorrar el dispendio que supone comprar un colchón, se puede
ahorrar una buena cantidad comprando uno de segunda mano.
Pero la oferta, está a prueba de
tiquismiquis a los que les pueda producir algo de aprensión pensar en los fluidos
varios que puedan haber depositado en el jergón los anteriores poseedores, por
no hablar de plagas, bichitos y esas porciones de piel que vamos perdiendo día
a día. Porque el comercio garantiza que al colchón se le fumiga convenientemente
y queda libre de todo parásito, suciedad y resto orgánico.
Al parecer los colchones tienen varios
precios, pero ignoro si será por la marca y modelo, o por las veces que haya
pasado por el proceso de desinfectado. Tampoco sé si la tienda llevará un
control de las veces que sus productos han pasado por sus manos.
No deja de ser una opción.
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