Hace poco tiempo se ha repuesto en la televisión pública un programa que hace muchos años tuvo bastante éxito.
Se trata del Gran Prix, donde dos
equipos de jóvenes, cada uno de un pueblo, se enfrentan en varias pruebas para
llevarse la victoria.
Al parecer, el concurso vuelve a
tener éxito, y parte de ese éxito, según los críticos, se debe a que vuelve a estar
dirigido por el mismo presentador de entonces.
Pero han surgido críticas programa,
principalmente debido a que se ha conservado el presentador, pero no las colaboradoras.
Por ello, se ha optado por jóvenes, físicamente más agraciadas y libres, de
momento, del paso del tiempo. Se ha hablado de edadismo.
Yo propongo un remedio radical, y
que encima aumentaría sin dudar la audiencia.
Volvería contratar las mismas
azafatas, pero también llamaría a los mismos concursantes de entonces, con sus
achaques, dolencias y arrugas.
Y para rematar la faena, nunca
mejor dicho, volvería a soltar la vaquilla, la real, que arremetiera contra
todos esos madurillos. Una vaca viene a durar de 15 a 20 años, y como ya sería
difícil encontrar a las que intervinieron entonces. No por la edad, sino porque
al cancelarse el programa se convertirían en chuletas, pues habría que soltar
vaquillas jóvenes y lozanas.
Sería todo un éxito.
Menuda escabechina se iba a preparar.
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