El pasado 7 de octubre se ha celebrado el 450º aniversario de la batalla de Lepanto, esa contienda en que la Santa Liga, formada por la República Serenísima de Venecia, la República de Génova, la Monarquía Hispánica, la Orden de Malta, el Ducado de Saboya y los Estados Pontificios, se enfrentaron al todopoderoso Imperio Otomano.
Por aquí, apenas se ha dado relevancia a la efeméride, y
poco ha faltado para que algún espabilado pidiera que la monarquía pidiera perdón
a la República Turca (cosas más raras se han visto en similares ocasiones).
La ocasión ya se ha perdido, pero hasta que llegue el 500º
aniversario, se puede ir ganando tiempo.
En España existe esa danza tradicional de moros y
cristianos, que rememora cuando moros y cristianos se las tenían tiesas por
tierras hispanas. Se podría crear una danza similar aunando toques españoles,
italianos, malteses, franceses y griegos (por poner el lugar de la batalla). Si el premio Planeta se lo han llevado tres
autores de un mismo libro, no parece difícil conseguir que una comisión de
compositores lograse algo parecido.
De momento adelanto que para hacer el papel de moros, en Europa,
ya tenemos miles y miles de candidatos, y también tendremos miles y miles de
ciudadanos que se harían los ofendidos. Como ahora con el Moros y Cristianos de
tanto pueblo español.
«La más alta ocasión que vieron los siglos», dijo Cervantes, que estuvo allí y el aniversario ha pasado sin pena ni gloria.
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