Se ha hecho viral en todo el mundo las escenas de la cabalgata de un pueblo sevillano. En ella se puede ver como un rey arroja a la enfervorizada multitud la caja (vacía) de una consola bastante cara.
Ello despierta los instintos más
feroces de los que se ven con posibilidades de hacerse con el ansiado juguete,
y en un segundo la caja queda destrozada como si hubiera sido atacada por un
regimiento de leones, hienas y buitres.
Al parecer dentro de la
desdichada caja se hallaba un papelito, el cual da derecho a una consola real.
Papel que se pudo llevar de chiripa un niño. Y eso espero, porque si al final
todo es una broma, lo de Fuenteovejuna se puede quedar en una nimiedad.
Y algo así, me temo, puede pasar
cualquier día en Leucate, Francia. Allí, para evitar la pesca furtiva de las ostras
de los criaderos, ha ideado introducir en las ostras, cuando comienzan su
crecimiento, una pequeña nota (ignoro el material), donde anuncian que el
consumidor ha sido agraciado con su peso en ostras.
El confiado ganador llama a un
teléfono, donde se le pregunta dónde ha adquirido la ostra. Si ésta es robada,
permite a la Policía llegar hasta los ladrones fácilmente. Con este método han
desaparecido los robos en un par de años.
Lo que no sé es cómo lo harán para
lidiar con los frustrados ganadores de su peso en ostras, que debe ser un
premio de lo más sustancioso.
Al menos han demostrado ingenio.
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