Es lo que tiene la historia, que no deja de repetirse. Y eso sucede hasta con la más reciente.
Hace pocas semanas Felipe VI no se levantó al paso de la
espada de Simón Bolívar. Debe ser que no lo consideró conveniente, ya que no se
trataba de un representante oficial del Estado colombiano.
Ahora se va a exponer en Brasil expondrá el corazón
embalsamado de Pedro I de Brasil, que se conserva en Portugal. Pedro I fue proclamado emperador de Brasil al
proclamarse la independencia, y como es fácil suponer, la cosa no fue muy bien.
Los visitantes pasarán ante el corazón andando con lo que no
tendrán que levantarse y todo quedará muy respetuoso. Y es que, además, no se
trata de un símbolo ni de Brasil ni de Portugal.
Eso sí, Bolsonaro no ha querido quedarse corto, y lo ha recibido
con honores de jefe de Estado, salvas militares y honores de la guardia
presidencial. A buenas horas, pensará Pedro I, cuyo cerebro se ha quedado en
Sao Paulo, donde reposa desde 1972.
Mientras tanto Pedro Sánchez va a viajar a Colombia, y
espero que algún experto le explique, bien explicado, cuando se debe levantar,
cuando permanecer sentado, cuando saluda, cuando inclinar la cabeza y todas
esas cosas que marca el protocolo.
Siempre que esté previsto la aparición de estas reliquias civiles, porque lo de la espada de Bolivar, aparte de que no sea un símbolo del estado, parece ser que no estaba anunciado y fue una especie de encerrona.
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