Qué lástima que la vida no tenga un botón de rebobinar. Se han hecho muchas películas y libros sobre el asunto, pero, de momento, queda como una hipótesis curiosa, pero nada más.
Hace justo una semana estuve en un concierto en Barcelona. Delante de mí, tuve a alguien que vestía una camiseta negra. En su espalda un mensaje: "Badalona, no Barcelona, no és Espanya".
Y ahora quisiera tener ese botón mágico, para haberme acercado a él, y decirle al oído que el mensaje que portaba en los lomos iba a provocar algo de perplejidad en poco más de una semana.
Y por supuesto, me encantaría verle hoy mismo.
Y es que los mensajes de las camisetas son algo arriesgados. Aunque tienen la ventaja de que no son como los tatuajes. Basta con cambiarla para evitar el mal olor.
Aunque tampoco es envidiable la tarea que tiene Albiol por delante.
Pues no.
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