Prácticamente todas las legislaciones del mundo (ignoro como será en Cuba, Corea del Norte e Irán) contemplan la posibilidad de que el acusado sea quien tenga la última palabra antes de dictar sentencia y que esta sea ejecutada.
En Texas está próxima a aprobarse una ley por la que la madre que decida abortar tendrá que oír los latidos del feto antes de tomar la final y fatal decisión.
Ni decir tiene que inmediatamente las asociaciones y grupos proabortistas han organizado una feroz campaña en contra de ello. Mucho se temen que con ello más de una madre se eche atrás y el feto salve el pellejo, para ello han buscado excusas de todo tipo como que el gobierno estatal se entrometa en el campo científico, o el médico de una clínica abortista que ha criticado que que los ultrasonidos sean aprovechados para el debate científico.
Al parecer tienen más derechos los sonidos que produce un aparato que los sonidos que emite un corazón humano.
Si esta medida se generalizase no descarto que el instinto de supervivencia de los fetos hiciera que sus corazones latieran haciendo resonar un , conocido como el mensaje de ¡S.O.S.!
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