Domingo, un pueblo de la Castilla
profunda. En el bar de la plaza conversan un grupo de vejetes recién salidos de
misa.
Uno protesta vehemente:
-A mí así no me vale. Que me
digan los tiempos que pasa entre una cosa y otra, porque si no pienso mal de alguien.
Y si voy a misa no es para eso.
-Pero qué manía te ha dado. Todos
los domingos igual. A final vas a montar un Vaticano para ti solo.
-Si no es eso, pero es que… ¡A
ver! Ha dicho el cura al leer el evangelio que un propietario compro un terreno
y plantó unas viñas. Y tal y como viene en el santo evangelio, enseguida le estaba
pidiendo a los pobres labradores los frutos. Si por lo menos hasta los ocho años no empiezan
a dar uvas. Ese propietario era un agonías, como dice mi hija. No me extraña
que molieran a palos a los criados que les envío, aunque ya cargarse al hijo es
un poco exagerado. Hasta ahí podríamos llegar
Claro que lo mismo en la Israel
esa la vid le da por sacar uva antes, porque allá será otro clima. Con dar de
palos a los mandados por el dueño les habría valido, pero es que lo otro es un
poco exagerado.
-Pues vete preparando, porque como
Elías se haya quedado con la copla, que le debes 80 € desde Navidad y ahí entra
mirándote.
Seguro que con mirada torva.
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