Cuando eres niño, no ves el momento en hacerte mayor. Te piensas en que tendrás dinero y libertad para poder hacer lo que quieras.
Llegas a los 18 años, y te das cuenta de que salvo lo de
poder votar, todo sigue igual.
Más tarde te das cuenta de que lo único bueno de acumular
edad, es que vas incrementando ligeramente la nómina, pero a la vez aumentas el
riesgo de que te echen de la empresa por hacerte mayor y por tanto, teóricamente,
bajar tu rendimiento.
Llega la jubilación, y con ella el relajo, pero, a la vez,
un rotundo descenso en tus ingresos. Te das cuenta de que no es que compense
mucho el cesa de la actividad laboral.
Pasan los años, y, pese a las previsiones de tus médicos,
llegas a una edad más que avanzada. Planteándote que llegar a eso de ser el más
viejo de tu país o incluso del mundo. Que al menos tengas un reconocimiento en
la vida, aunque no sirva de mucho.
Y entonces te enteras de que para conseguir tal
reconocimiento tú, o tus familiares y amigos, tienen que aflojar 800$ por las
gestiones. Y, una de dos, el ego te
puede más y haces lo imposible para conseguir la mención, o te das cuenta de
que a ese precio, más de un anciano pasará ampliamente del título.
Pero creo que la empresa que se dedica a esos menesteres
tiene poca visión de negocio. Sería más interesante otorgar la condición de
persona más joven del mundo. Cada día con cientos de miles de candidatos.
Dignidad sumamente efímera, que en cuestión de segundos pasa de unas manos a
otras.
Vamos, millones de dólares ingresados cada día.
Un buen negocio.
ResponderEliminarNo me digas que hay empresas que se dedican a esto
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