Hay que ver cómo todo se acaba repitiendo. En 1378 la iglesia católica llegó a tener tres papas a la vez: Gregorio XII, Benedicto XIII y Alejandro V. Este último elegido para quitar de en medio a los dos primeros, los cuales andaban enzarzados por ver que se quedaba con el trono de San Pedro. Pero ninguno cedía, por lo que cuando Gregorio parecía que se iba a imponer, llegó un acuerdo con a la autoridad civil y renunció, dejando paso libre a un cuarto papa, no mezclado en la disputa.
Ayer, Francisco I, al volver de su viaje a Canadá, dejó caer
que sus problemas de rodillas le estaban provocando un calvario, y que tal vez
debería plantearse una renuncia.
Ello llevaría a la elección de un tercer papa; lo cual
llevaría a la existencia de tres papas, porque no creo que Benedicto XVI estuviera
por volver de su retiro dorado.
Eso sí, al menos esta vez no parece que estuvieran enfrentados
ni por motivos teológicos ni de poder, por lo que tal vez estaríamos ante una
transición pacífica que se iría simplificando cuando la Parca fuera haciendo su
trabajo en los plazos previstos.
Eso sí, se le complica el trabajo al que se encargue de la confección
de los presupuestos de la Ciudad del Vaticano, que en el capítulo de pontífices
tendría a un tercio de la plantilla cotizando para mantener a los dos tercios
restantes.
Será por dinero.
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