Se podrá pensar lo que se quiera de Monseñor Lefebvre, pero pocos dudarán de que la fe del francés en el poder de Dios debía ser descomunal.
Pues hasta con una fe así, llega a dudar de la capacidad del
Espíritu Santo para evitar que su voluntad sea contrariada por una institución
formada por colectivo establecido en asamblea democrática, que cuando la misma
institución está encabezada por una sola persona. Más fácilmente influenciable por
Dios.
Vamos, que la superioridad aritmética no constituye ninguna garantía de alcanzar la verdad, o al menos adoptar la mejor decisión. Y es que como dice él mismo: "El número no hace la Verdad".
Para que
luego hablen de Ciencias Exactas si andan por ahí los números imaginarios, irracionales, negativos, complejos y finalmente primos.
La Fé no entiende de matemáticas.
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