Cada vez que se celebran unas elecciones asistimos al ritual de vencedores y vencidos buscando algo positivo en los resultados (incluso en los que han sido desbancados de forma abrumadora), dimisiones que todos saben que no van a ser aceptadas y dimisiones que sí son aceptadas porque el interesado ya se ha buscado un nido en lo privado.
Y también nos llega la queja sistemática de aquellas formaciones pequeñas que obteniendo unos resultados modestos pero dignos, se ven excluidos de toda posibilidad de representación por la injusta ley electoral.
Podríamos tener la impresión de que sucede como aquello del suspendido que se queja de que la profesora le tiene manía, o pensar que si ya sabían las reglas, por qué se presentan, pero es que hay ejemplos que son sangrantes.
Si observamos las recientes elecciones catalanas podemos ver como el partido de Laporta se ha llevado 4 escaños con 102.197 votos, mientras que Plataforma por Cataluña se ha quedado con un palmo de narices con 75.321 votos. Algo injusto sí parece. Mientras Ciudadanos que obtuvo 105.827 sufragios se lleva tres escaños. Uno menos que Laporta pese a tener más votos.
Pero lo más curioso llega cuando se calcula como sería el reparto de escaños si en vez de utilizar la denostada Ley d'Hondt hiciéramos el reparto proporcionalmente. Esto es, un voto por elector sin tener en cuenta las circunscripciones. El reparto sería así:
(Entre paréntesis los escaños adjudicados realmente)
CIU......................53 (62)
PSC.....................26 (28)
PP........................18 (18)
ICV-EUiA............10 (10)
ERC.....................11 (10)
SI...........................5 (4)
C's.........................5 (3)
PxC........................4 (0)
RI cat......................1 (0)
Normal que algunos no quieran cambio alguno.
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