Aquellos que se dedican a la política con el tiempo van perdiendo contacto con la realidad social y pierden la oportunidad de aprovechar aquellos ejemplos que la vida cotidiana puede proporcionar.
Un defecto político del que adolece nuestro sistema político (y digo nuestro porque lo padecemos, no porque lo sintamos como nuestro) es el poder de que disponen los partidos nacionalistas y regionalistas merced a un puñado de escaños, disponiendo de millones y más millones a su antojo.
Una anécdota que recientemente me contaron podía ilustrar a más de un político de como librarse de esas moscas cojoneras y sin tener que gastarse ni un mísero euro.
Un extremeño hizo una pequeña fortuna en su tierra, y quiso comprar un teatro en la capital. El negocio iba viento en popa, pero le reconcomía la presencia de dos mendigos ciegos que flanqueaban la entrada al local. Les pidió más de una vez que abandonaran el lugar pero no hubo manera. Debía ser que el lugar dejaba buenas limosnas en comparación con las entradas de las iglesias donde es más propio su presencia.
Un día tuvo una idea, y entró en su teatro entre los dos pordioseros exclamando:
"Toma cien pesetas, y la mitad se las a tu compañero"
Evidentemente no entregó nada a ninguno de los dos, pero hizo falta la presencia de la policía para poder separarlos. No volvieron por allí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario