Algo me dice que a La Razón, mi periódico de cabecera, le han vuelto a meter un gol por la escuadra.
Hasta no hace mucho publicaba sin complejos anuncios de lo que se viene a llamar relax, que debe ser por aquello de que tanto los proveedores como los clientes son de moral más que relajada.
De repente dieron un giro de 180º y ahora encabezan una campaña contra estos servicios, sin jamás mencionar que sólo La Gaceta y El Público son los diarios que jamás han ofrecido tan deleznable publicidad.
Pero se puede observar que aunque en los clasificados de La Razón ya no constan dichas ofertas, en la sección 810, se anuncia un breve mensaje que dice: BÚLGARA. Terapéutico, sensitivo, y un teléfono móvil para establecer contacto.
Se sabe de la existencia del masaje turco, sueco, tailandés, etc., pero nada del búlgaro.
Claro que todo es innovar. Recuerdo el chiste aquel de Eugenio en que un amigo le decía a otro que había leído un anuncio que decía “Enseño el búlgaro”, había acudido, y resultaba que el búlgaro era un idioma.
También puede suceder que alguien acuda al señuelo del anuncio de marras y se encuentre en un momento tumbado en una camilla embadurnado de yogurt búlgaro o cubierto de pétalos de rosas búlgaras, aunque peor puede ser que quien te vaya a dar el masaje terapéutico sea una lanzadora de peso búlgara de varios quintales. (Puede que este último comentario parezca algo sexista, pero como no menciono a la ministra de Sanidad no tengo nada que temer), pero algo me dice que la terapia en cuestión va dirigida a los bajos del cliente principalmente.
Y si alguien quiere comprobarlo para demostrar lo contrario, no tiene más que llamar al teléfono (previa compra del diario) y dejarme como comentario la experiencia.
Pero que se ande con cuidado el osado investigador, porque por las tierras búlgaras se destila y estila un fuerte licor llamado “mastika”, así que no me responsabilizo de lo que pueda pasar.
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