Viendo lo que nos rodea cada vez parece más evidente que la historia no progresa, simplemente se trata de un ciclo en el que lo humanos damos vueltas y más vueltas.
No hace muchos siglos el esclavo sabía que su existencia se basaba en satisfacer los deseos de su amo durante las 24 horas del día. Se podría decir que la única diferencia es que ahora esa disponibilidad se reduce a las 8 horas de jornada laboral, aunque desde la existencia del teléfono móvil y el ordenador en casa esa reducción empieza a diluirse. Volvemos poco a poco al modelo de la Edad Media.
En la Edad Media los que cortaban el bacalao eran los señores feudales. Enfrentados unos a otros de vez en cuando se hacían sus guerras, en las cuales indefectiblemente los que perdían eran los soldados, los siervos de la gleba y los campos cultivables, que quedaban arrasados. Más o menos como ahora, porque el papel de esos señores feudales lo desempeñan hoy las multinacionales, tienen sus guerreros, arrasan allá donde intervienen y no dejan títere con cabeza, aunque se trate del mismo papa.
Un ejemplo son las empresas farmacéuticas. Son capaces de negar medicamentos contra el SIDA allá donde la población no tiene dinero para pagarlos, han creado el pánico colectivo para aumentar sus fabulosos beneficios en relación con la gripe porcina, la gripe aviar o la gripe A, enfermedades que luego han quedado en nada.
Y por encima de todo: ¿cuánto habrán pagado las empresas farmacéuticas al papa para decir lo que dijo sobre el preservativo?
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