Ciertamente este gobierno está jugando con fuego.
Es más que previsible que debido a la prohibición de fumar en bares y restaurantes la asistencia a éstos disminuirá. Se alega que el fumador puede bajar al bar y si desea echarse un cigarro puede salir un momento a la calle. Eso puede suceder un día normal para tomarse un café o beberse una caña, pero es más complicado si el fumador está viendo un partido y justo cuando está en la calle se produce el gol clave. O si cuando vuelve a la barra se da cuenta de que su cubata ha desaparecido.
Con todo esto se acentuará un proceso que ya venía de antes. La gente montará sus fiestas en casa eludiendo el consumo en bares donde ya era reacia a acudir por la subida de los precios, que todo hay que decirlo.
Ello repercutirá en un menor consumo tanto de alcohol como de tabaco, lo que supondrá un descenso también en la recaudación de impuestos. Bajada que tendremos que subsanar con nuestros dineros tanto fumadores como no fumadores.
Un fumador me apuntaba una posible solución que no parece descabellada: Ofrecer a los establecimientos la posibilidad de ser para fumadores o no. Los que opten por dejar fumar que tengan que pagar una tasa especial. Tasa que repercutirían en su factura. De esa manera tomarse una cerveza en un bar de fumadores resultaría más caro que hacerlo en uno de no fumadores. De esa forma poco a poco se iría produciendo una migración del campo de los fumadores al de los no fumadores, y mientras tanto el Estado seguiría recaudando a cuenta del vicio.
Lo que está claro es que ahora ningún equipo de fútbol se atreverá a cubrir su estadio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario