Charlaba ayer con un ciudadano serbio cuya profesión consiste en traducir al español los documentos que sus compatriotas deben presentar ante la administración española.
Comentábamos que sus clientes veían totalmente lógico que para dirigirse a un organismo español lo tuviera que hacer en español, y que si querían que los funcionarios destinatarios entendieran el escrito, éste debería ser comprensible para ellos. Sobre todo por la cuenta que le tiene al remitente.
Evidentemente el coste de la traducción la tiene que abonar el serbio que dirige el documento, y no el funcionario que lo recibe.
Llegamos a la conclusión que en el Senado español la lógica funciona en sentido inverso.
Un senador es representante de sus votantes, se tiene que interesar por los asuntos que se ventilen en el Senado representando al territorio donde hayan sea elegidos.
Si al parecer en España somos tan negligentes a la hora de elegir a nuestros representantes, que resultan elegidas personas que no son capaces de hablar con un mínimo de sentido común en castellano en la cámara donde han de desarrollar sus funciones, parece tolerable que sus intervenciones puedan ser traducidas para el resto de sus compañeros, pero ya que la deficiencia es culpa del político elegido, que el traductor, la traducción y el pinganillo se lo pague él.
Ahora que el mal ya está hecho, y desmontar toda esa tecnología costaría otro pastón, se me ocurre que se podría dotar cada escaño con un dispositivo. El que quiera emplear el pinganillo, que introduzca una moneda por una ranura, entonces el sistema traductor le serviría para escuchar o pronunciar el discurso que desee. En caso contrario que enmudezca el pinganillo y se tenga que conformar con el castellano.
Algo me dice que los siete traductores del Senado se iban a aburrir soberanamente.
Es la muestra de a dónde nos lleva la estupidez nacionalista de la que ya forma parte indeleble el PSOE y sus acólitos que apoyaron esta majadería batiendo palmas.
ResponderEliminarLo que queda en evidencia, sobre cualquier otro aspecto, es el desprecio que sienten por los ciuddanos: que con la que está cayendo, cuando se ha suprimido la ayuda de 426 € a los parados, cuando hay más de 1.700.000 ciudadanos que ya no perciben prestación alguna, ... se gasten 12.000 euros en cada pleno para pagar traductores, es para que el personal se echara a la calle presa de una rabia y una furia incontrolable.
Pero no.
No hay nada de eso.
Felices en su partitocrcia,impunes y blindados, ahora planean extender el despilfarro al Congreso.